miércoles, 4 de enero de 2017

Nº 3: ANDANZAS AMOROSAS DE UN DISCRETO LIBERTINO


Nº 3: ANDANZAS AMOROSAS DE UN


DISCRETO LIBERTINO


 


 
 

RESEÑA

 

Autor: Juan Velasco

 

Género: Poesía erótica

 

Edita: Ediciones “Puerta de la Villa”. Fernán Núñez (Córdoba), 2000. 78 págs.

-          Prólogo: María Rosal

-          Diseño editorial: J. Naranjo Ramírez

-          Dibujos: Juan V. Zafra

-          Imprime: Gráficas FLORA. R. Valentín. Cabra (Córdoba)

 

Reseña:

            Juan VELASCO (Fernán Núñez, 1938), desde su posición de viejo luchador por la cultura, ha sido y es una de las voces más representativas de la creación literaria en Fernán Núñez.

            Especialmente conocida su labor en el mundo de las peñas y del arte flamenco, su actividad creadora abarca, sin embargo, otra multitud de facetas entre las que podrían citarse: actor, autor y director teatral (no en vano fue fundador y director del Círculo Cultural Calíope), ensayista flamenco, autor de relatos cortos y, como no, poeta.

            Entre sus publicaciones más significativas es necesario reseñar las siguientes:

 

-          Luces de espejos en el alma (XXXVIII sonetos). 1990

-          Sur. 1993

-          Cuando gemido me siento (poesía flamenca). 1993

-          Andanzas amorosas de un discreto libertino (poesía erótica). 2000

-          Emanaciones (poesía y prosa). 2001

 

La obra aquí reseñada (Andanzas amorosas de un discreto libertino), con prólogo de María Rosal y dibujos de Juan V. Zafra, se ofrece dividida en tres conjuntos:

I.- Prefacio;

II.- Canon. De amores clásicos y mundanos;

III.- Códice

 

Pertenecientes a Canon y a Códice, ofrecemos los poemas:

Afrodita

y

Poema V
 
 
 
 

AFRODITA 
 
     Sentí prender la llama por sus senos,
amorosa y doliente,
al abrirle las nalgas con firmeza
y buscar con mi boca sus entrañas.
 
     Un venero de sangre y calentura
manaba de sus rítmicas cadencias
inundando mi cuerpo de sonidos.
 
     Al bajar la vertiente de sus ingles
buscando recovecos enredados,
sus carnes abrigaron mis deseos.
 
     Arrullado por gritos reprimidos,
mi nombre de su boca se escapaba
entre lentos paréntesis de angustia...
 
     Y cuando con ardor, ¡piedad! -me dijo-,
apareció la muerte, devorándome,
por la veta caliente de su sexo.
 
 
 
 
 
 
 

V
 

    Un Viernes Santo, muy santo

me sentí en las procesiones,

mas me alteró las acciones

una mano con encanto.

 

     Ante toque tan versado,

mi colibrí se hizo ganso

y en el cirio de un buen manso,

prendió mi fuego sagrado.
 
 

 

 

 

 

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